(By the Pricking of My Thumbs)
Agatha Christie - 1968
Tommy y Tuppence Beresford visitan a tía Ada, que está internada en una residencia de ancianos. En este lugar Tuppence conoce a una extraña mujer, la vieja Srta. Lancaster, que está bebiendo un vaso de leche, y que habla del cadáver de una criatura, escondido en una chimenea. Otras ancianas dicen que están siendo envenenadas.
Al poco tiempo, el matrimonio recibe la noticia de que su tía ha muerto. Van a la residencia a recoger sus enseres, y se llevan un escritorio y una mesita, y además un cuadro que la Srta. Lancaster había regalado a tía Ada, y que representa una casa de campo al borde de un canal. Pero la Srta. Lancaster tampoco está ya en el lugar: al parecer han venido unos parientes del extranjero, los Johnson, y se la han llevado consigo. Tuppence trata de localizar en algún sitio a la anciana, pero no lo consigue. Recuerda haber visto la casa del cuadro en una ocasión, desde el tren, y no ceja hasta dar con ella. Está medio abandonada, y habitada tan sólo por un matrimonio de campesinos, Alice y Amos Perry.
De nuevo, una historia de Tommy y Tuppence Beresford, ya en una edad más que madura. Comienza bien, con una anciana tía de Tommy en un viejo lugar, pero deriva pronto hacia una trama mal construida y un exceso de conversaciones, con repeticiones y trivialidades que no llevan a ninguna parte, como si la autora se hubiera inspirado en el teatro del absurdo. La exposición es lenta aquí; se acumulan datos en forma un tanto caótica. La historia es enrevesada y folletinesca: pasadizos secretos, ancianas asesinas, cementerios de aldea... No obstante, nuestro antiguo conocido el matrimonio Beresford nos resulta más atractivo que otras veces, y bastante más humano.
NO LEÍDO --> En mi lista de deseos.
Agatha Christie - 1968
Tommy y Tuppence Beresford visitan a tía Ada, que está internada en una residencia de ancianos. En este lugar Tuppence conoce a una extraña mujer, la vieja Srta. Lancaster, que está bebiendo un vaso de leche, y que habla del cadáver de una criatura, escondido en una chimenea. Otras ancianas dicen que están siendo envenenadas.
Al poco tiempo, el matrimonio recibe la noticia de que su tía ha muerto. Van a la residencia a recoger sus enseres, y se llevan un escritorio y una mesita, y además un cuadro que la Srta. Lancaster había regalado a tía Ada, y que representa una casa de campo al borde de un canal. Pero la Srta. Lancaster tampoco está ya en el lugar: al parecer han venido unos parientes del extranjero, los Johnson, y se la han llevado consigo. Tuppence trata de localizar en algún sitio a la anciana, pero no lo consigue. Recuerda haber visto la casa del cuadro en una ocasión, desde el tren, y no ceja hasta dar con ella. Está medio abandonada, y habitada tan sólo por un matrimonio de campesinos, Alice y Amos Perry.
De nuevo, una historia de Tommy y Tuppence Beresford, ya en una edad más que madura. Comienza bien, con una anciana tía de Tommy en un viejo lugar, pero deriva pronto hacia una trama mal construida y un exceso de conversaciones, con repeticiones y trivialidades que no llevan a ninguna parte, como si la autora se hubiera inspirado en el teatro del absurdo. La exposición es lenta aquí; se acumulan datos en forma un tanto caótica. La historia es enrevesada y folletinesca: pasadizos secretos, ancianas asesinas, cementerios de aldea... No obstante, nuestro antiguo conocido el matrimonio Beresford nos resulta más atractivo que otras veces, y bastante más humano.
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